En algún momento de la vida, todas nuestras acciones requieren de justificaciones.
La justificación para crear este sitio es, como casi todo en mi vida, una excusa. Una excusa para vivir.
Pero si esa excusa tiene un mayor provecho, espero que sea el de hacer sonreír al menos un poco a una persona que mola infinito.
Los fines que busco son dos, el primero es también el medio, el escribir porque sí, como quien ve la tele sin prestar atención buscando un poco de calor humano en esas voces que salen de la pantalla, cual erizo que habla con una fotografía esperando comprensión en esos ojos tan inmóviles, pero a la vez tan llenos de calidez y bienvenida.
El segundo fin es demostrar mi agradecimiento a una luna llena, tan, tan llena, que a veces me ciega y me deja tan fascinado como a cualquier otro hombre-lobo, pero que me sirve de punto de referencia, de brújula, de estrella del norte.
Por qué pienso que se lo merece?
No le desearía mí aprecio ni al peor de mis enemigos, pero ella me hace sentir esa debilidad que te hace apreciar su fortaleza, y por eso me arriesgo a entregar en ofrenda mis palabras. En otras palabras, lo hago porque siento que ella me dejará hacerlo, que resistirá la visión de mi debilidad y de mi caída.
Y mientras más escribo, más razones encuentro para dejar de hacerlo. Mi falta de talento, de imaginación, mis carencias de ritmo, de sintaxis, de semántica, de forma y de contenido.
Incluso, soy consciente de que ella dibuja, y por tanto, caigo en la cuenta de lo inútil que debe ser este intento de homenaje, este retrato con palabras que garabateo, para alguien que sabe dibujar, que gusta de retratar momentos y espacios debe ser hasta cierto punto un insulto, pero sigo escribiendo por la misma razón, porque siento que ella me lo permite.
Por eso no puedo hacer nada más que intentar agradecerselo, y mi limitada imaginación no da para más.
Espero que al menos le encuentres algo positivo a este gesto ridículo que hago.
Para Marta con cariño.
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